Mi Verano del Despertar: Encontrando la Normalidad en un Mundo Transformado



¡Hola a todos! Soy Aldara, y ahora que "La Niebla Azabache" está publicada al completo en Substack, siento que es el momento perfecto para compartir algo más personal con vosotros. Muchos os habréis preguntado qué ha pasado después de ese final… Y la verdad es que, para Lucas y para mí, el verano no ha sido precisamente lo que la mayoría de la gente entiende por "vacaciones". Ha sido un tiempo de redescubrimiento, de sanación y de aprender a vivir en nuestra nueva, y extraña, normalidad.


Redefiniendo el Hogar y a Mí Misma

Los primeros días fueron un poco borrosos, como los jirones finales de la niebla. Después de haber estado en ese estado de "no-ser" en el Velo, cada amanecer, cada soplo de viento, cada sabor era un milagro. Era como volver a nacer, pero con la memoria de un lugar que nadie debería conocer. La aldea, que antes vibraba con una disonancia casi tangible, ahora respira una paz tenue. Es diferente, sí, pero es mi hogar, y lo siento con una intensidad que no conocía.

Ahora siento la tierra bajo mis pies de una forma completamente nueva. Mi conexión con el cosmos y la naturaleza es palpable, cruda, abrumadora. Es como si mis sentidos se hubieran amplificado mil veces. Puedo sentir las corrientes sutiles del Velo, percibir las tensiones antes de que se manifiesten. Es extraño, sí, pero también fascinante. Me estoy acostumbrando a ser una "meiga" en el sentido más puro y antiguo de la palabra, a usar esta nueva percepción no para defenderme, sino para sentir el equilibrio del mundo.

Nuestra casa, la de mis padres Breixo y Lúa, se ha convertido en nuestro santuario de aprendizaje. Ya no buscamos artefactos ni respuestas desesperadas en libros polvorientos; ahora, siento que Lucas y yo somos parte de esas respuestas. Paso horas en lo que fue el estudio de mi padre, no leyendo, sino meditando, sintiendo el pulso de la runa del orbe que ahora late en el interior de mi pecho. Es una forma de descifrar los ecos de mi propio viaje a través de O Velo Silente. La memoria de mis padres, que antes era un dolor punzante, es ahora una guía, una presencia suave que me impulsa y me enseña. Siento que, a través de mí, ellos también han encontrado una especie de paz.




Lucas y la Danza del Equilibrio

Si hay algo que me ha anclado a esta nueva realidad, ha sido Lucas. Nuestro amor, que nació de la niebla y fue templado por el misterio y el miedo, se ha transformado en una alianza mística que no sabía que era posible. Nuestras manos entrelazadas no son solo un gesto de afecto; son un circuito de energía, la confirmación de la Canción del Equilibrio que ahora compartimos.

Este verano, Lucas y yo hemos estado aprendiendo a danzar juntos con las energías del mundo. No son vacaciones de playa ni de turismo. Practicamos la "vigilancia silenciosa", sintiendo los pequeños desequilibrios en el ambiente, las sombras que aún acechan en los rincones del Velo. Juntos, proyectamos la armonía para contenerlos.

Él me enseña a ver la realidad desde su perspectiva más racional, y yo le enseño a "escuchar" la tierra de una manera nueva, a sentir las venas de energía bajo sus pies, a percibir el sutil lenguaje del cosmos. Exploramos lugares sagrados en Galicia, no por la urgencia de encontrar fragmentos, sino para reforzar la Canción del Equilibrio, para encontrar puntos de la tierra donde la armonía es inquebrantable y podamos establecer nuestro futuro refugio. Es un aprendizaje constante, un flujo y reflujo de energía entre nosotros y con el mundo.






Aceptación y Propósito: Mi Nuevo Verano

Para mí, este verano ha sido un viaje de profunda aceptación. Aceptar mi linaje, este poder que fluye por mis venas y mi nuevo destino como guardiana. La despedida de mi abuela, con su sabiduría ancestral, selló mi camino: "Tus raíces están aquí, pero tu camino es más grande". No se trata de olvidar mi pasado, sino de integrarlo en mi presente transmutado.

Sé que O Velo Silente ha sido contenido, pero la certeza de su existencia y su potencial regreso es una sombra sutil pero siempre presente. Este verano es, por lo tanto, una preparación, una vigilia eterna disfrazada de paz. Es el verano en el que dejo de ser solo la chica rescatada, para convertirme en la guardiana, la meiga, la esencia viva de la armonía que el mundo siempre necesitará. Mi historia no terminó con el rescate, sino que comienza de nuevo con un propósito más grande y un amor que trasciende lo tangible.

Así que sí, ha sido un verano muy diferente. Lleno de tranquilidad, pero también de una intensidad que solo se vive cuando has estado entre mundos. Es mi nueva normalidad, y la estoy construyendo junto a Lucas, día a día, en este hermoso rincón de Galicia.

¿Y vosotros, cómo habéis vivido este verano? ¿Buscando la normalidad o abrazando lo extraordinario?

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