Ferias del Libro: Entre Luces y Sombras para autores Autopublicados

¡Hola a todos!

Hoy quiero hablaros de una de esas experiencias que, como autora, te revuelven por dentro: las Ferias del Libro. Son un espejo fascinante de nuestro mundo literario, lleno de luces y sombras, de alegrías inmensas y de frustraciones que te hacen morderte la lengua.


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La Magia del Encuentro: Luces que Iluminan el Camino

Empecemos por el lado más resplandeciente de las ferias del libro, ese "brilli-brilli" que nos recarga el alma. 

Son, sin duda, una oportunidad de oro para conocer a otros autores. Imagina ese rincón bullicioso donde, por fin, pones cara a los nombres de usuario que ves en redes, a esas fotos de perfil que, por fin, se transforman en personas de carne y hueso. De repente, estás compartiendo batallitas de escritura, risas nerviosas por los bloqueos creativos y la emoción de un nuevo lanzamiento. Te das cuenta de que no estás solo en esta aventura loca de escribir; esas conexiones que nacen en un stand, entre libro y libro, son impagables, verdaderas amistades que trascienden el evento.

Y luego están los lectores. ¡Ah, los lectores! La emoción de interactuar con vosotros en persona es simplemente indescriptible. Es esa sensación de ver a alguien llegar a tu stand, a veces con una mirada de búsqueda, y que de pronto sus ojos se iluminen al reconocerte. Son momentos como cuando se acercan con tu libro recién comprado, la página abierta en la firma, y esa energía palpable que te envuelve.


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Recuerdo perfectamente la primera vez que una lectora vino expresamente a buscarme para que le firmara La Biblioteca de las Almas Condenadas, con una sonrisa que no le cabía en la cara, ¡o cómo se emocionó una buena amiga al hablar de los misterios de El Enigma de la Musa Estelar

Esos instantes son pura magia. 

Y qué decir de los jóvenes lectores que llegan con los ojos chispeantes, preguntando por la magia de El Secreto de la Felicidad porque lo han visto en el cole. Esos momentos te recuerdan por qué Iris busca su verdadera esencia.

Pero más allá de las firmas, está la conversación. Escuchar cómo la historia de la joven artista de Colgada de tu Corazón les ha calado hondo, o cómo el suspense de Pinceladas de Sangre les mantuvo en vilo hasta el final. 

Ver vuestras caras al hablar de los personajes, sentir vuestro entusiasmo, o simplemente conversar sobre libros, es una forma maravillosa y cercana de llegar a personas que de otra forma jamás habría conocido.

Es un chute de energía que te hace vibrar, un recordatorio palpable de por qué pasamos horas frente a la pantalla, tejiendo palabras. Sentir esa conexión directa, esa chispa en los ojos de quien te dice "me encantó tu libro", lo compensa casi todo. Es el feedback más puro, la validación más auténtica de que tus mundos, tus personajes, cobran vida en la mente de otro. Y eso, creedme, es el verdadero brillo de las ferias.


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Las Duras Realidades: Sombras que Desgastan

Pero, como toda gran historia, esta también tiene su lado oscuro. Las ferias pueden estar llenas de decepciones. A menudo, las expectativas de venta chocan de frente con una realidad mucho más modesta. Vender menos de lo esperado es un golpe, sobre todo cuando has puesto tanto de ti en ello.

Y ahí entra el factor distribución. Para los autores pequeños o autoeditados, el camino para estar en ciertas ferias es una carrera de obstáculos. Que una librería te pida estar en su circuito de distribución es lógico, pero el coste asociado es un agujero negro: tienes que comprar tus propios libros, enviarlos a la distribuidora, de ahí a la librería, y luego, los que no se venden... son pérdidas directas para ti. Es una inversión considerable con un retorno incierto, una espada de Damocles constante para la sostenibilidad de tu proyecto.

A eso se suman las condiciones físicas. Horas interminables bajo un sol de justicia o calado por la lluvia, intentando mantener la sonrisa mientras el viento amenaza con volar tus ejemplares. 

Recuerdo que en una de las ferias tuvimos que cerrar la caseta de golpe porque empezó a diluviar de tal forma que era imposible mantener los libros a salvo. O la Feria del Libro de Moratalaz, donde estuve vendiendo libros con una sonrisa y el solazo en toda la cara, ¡acabé morena y agotada! Esas son las batallas silenciosas de la trinchera literaria.

Y, seamos sinceros, esos compañeros de stand que "espantan" lectores potenciales. Quienes, en su afán desesperado por vender, acosan al público de una forma que roza la mala educación. Se lanzan sobre cualquiera que ose mirar un libro, sueltan todo el rollo del argumento sin preguntar, o intentan endosar ejemplares que evidentemente no van buscando. 

Lo más frustrante es ver cómo estos "vendedores" incansables e insistentes, a veces de malas formas, logran solo ahuyentar a los lectores. Y lo peor es que, en su huida, los lectores pasan de largo e ignoran también tus libros, que tal vez sí les hubieran interesado, pero ya les soltó el rollo el otro antes. Es una pena cómo esas actitudes pueden arruinar la experiencia para todos.




La Última Página: ¿Por Qué Seguimos Adelante?

Entonces, después de todo esto que os he contado, de las decepciones, las pérdidas económicas y esas jornadas extenuantes bajo el sol o calada por la lluvia, ¿por qué sigo volviendo a las ferias? ¿Y, más importante aún, por qué sigo escribiendo a pesar de que el camino del autor es a menudo solitario y está lleno de obstáculos invisibles?

Porque la recompensa no está solo en los números de ventas o en los puestos destacados. No se mide en la cantidad de libros firmados un día, sino en algo mucho más intangible y poderoso. Está en esa conexión genuina con un lector que te mira a los ojos y, con una sinceridad que te desarma, te dice lo mucho que tu historia le ha tocado el alma. Es cuando te relatan cómo un personaje de La Biblioteca de las Almas Condenadas les inspiró, o cómo la trama de El Enigma de la Musa Estelar les mantuvo despiertos hasta la madrugada. Esos momentos, esos testimonios directos, son gasolina pura para el corazón del escritor.

También está en la complicidad que forjas con otros autores. Esas miradas de entendimiento en medio del caos, ese café compartido mientras os contáis las últimas batallas con los personajes o las editoriales. Son la red de apoyo que solo quienes comparten la misma pasión pueden entender. Es la adrenalina de ver tu libro expuesto en un stand, compitiendo por la atención, un pequeño faro que ilumina un camino que empezó en la soledad de tu escritorio.

Pero, sobre todo, está en la pura alegría de crear mundos y compartirlos. Esa indescriptible sensación de ver una idea cobrar forma, de que un puñado de palabras se convierta en una historia que atrapa, emociona o asusta. Es la magia de saber que algo que nació en tu imaginación ahora vive en la mente y el corazón de otra persona. Es un impulso irrefrenable, una necesidad vital.

Escribir es una necesidad, una pasión tan arraigada que no se apaga con la lluvia ni el sol. Las ferias, con sus luces y sus sombras, son solo una parte del viaje, un escaparate. Son el recordatorio de que, a pesar de las dificultades, los costes ocultos, los madrugones, las insolaciones y los malos modos de algunos, cada palabra escrita y cada historia compartida merecen la pena. Porque al final, lo que perdura no son las ventas, sino las almas que se conectan a través de la magia de la lectura.




¿Y tú? ¿Has visitado alguna feria del libro? ¿Cuál ha sido tu mejor o peor experiencia? ¡Me encantaría leer vuestros comentarios!


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2 Comentarios

  1. Hola, Celia. Soy Concha Mateo de la revista Amalgama de letras. Si nos conoces sabrás que dedicamos varias páginas a autores noveles y también a ferias. Después de leer tu artículo me pregunto (te) si querrías aportar algún artículo parecido para dar a conocer experiencias relacionadas con la asistencia a ferias y la distribuci{n de los autopublicados. . Te dejo mi teléfono. 615966879. Me dices algo cuando puedas. En agosto hacemos vacación, sería para a partir de septiembre. Gracias. ferias.

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    1. ¡Hola, Concha! Por supuesto, podéis contar conmigo. Ahora te escribo y me explicas. Muchas gracias por tus palabras y por la propuesta. ¡Abrazo!

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